Cuando los pretendientes descubrieron que la casta esposa de Ulises destejía de noche lo que había tejido durante día, creyeron haber desenmascarado su determinación de no elegir entre ellos al reemplazante de su desaparecido esposo.
Nunca supieron del genuino placer que la divina entre las mujeres encontraba en el ritual de encerrarse a solas a labrar sus telas. Sobre todo, cómo gozaba de hilar nuevas hebras, presionando con rítmica voluptuosidad el pedal con que hacía girar la rueca.

Telares
01 de August de 2017 / 12:30
El ardid de Penélope (no concursa) 01 de August de 2017 / 12:30
Telares
Comentario 10 de August de 2017 / 19:29
letra
NO TALLER 12 de August de 2017 / 09:11
Elisa A.
Lo siento. 12 de August de 2017 / 20:32
Testigo de cargo
 

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