Por supuesto. Gracias por notarlo; creo que necesito ir al oculista.
Hubo una vez un testigo...
El hombre estaba atado a una silla, tenía los ojos vendados y sangraba por nariz y boca.
—¿Puedes repetir lo que dijiste haber visto? —le preguntó una voz.
—Sí, sí. Claro —respondió—. Vi cómo, desde la arboleda, los soldados dispararon a los que protestaban.
—¿Estás seguro de eso?
—Por supuesto.
—Mira, muchacho. Te voy a quitar la venda de los ojos para que lo repitas de nuevo. A ver si la luz te aclara la memoria.
Cuando vio el uniforme y las insignias del militar que lo interrogaba, repitió:
—Vi cómo, quienes parecían soldados, dispararon desde la arboleda contra los que protestaban; pero deben haber sido alborotadores o guerrilleros disfrazados. Sí, sí, eso. Eran guerrilleros terroristas.
—¿Estás seguro?
—Sí. Definitivamente. Eran guerrilleros terroristas.
—¿Puedes jurarlo?
—Por mi santa madre, mi abuela y bisabuela juntas.
—Está bien. No se te olvide lo que acabas de decir y jurar, porque si mientes, te vas a encontrar al diablo.
El capitán lo desató y le indicó que saliera por la puerta trasera. En cuanto dejó la habitación, llamó a uno de sus hombres diciéndole:
—No confío en este desdichado; creo que puede hablar. Ya sabe qué hacer, sargento. Por si las dudas, mejor encárguese de él.
Gracias por la ayuda y la selección. Saludos
El hombre estaba atado a una silla, tenía los ojos vendados y sangraba por nariz y boca.
—¿Puedes repetir lo que dijiste haber visto? —le preguntó una voz.
—Sí, sí. Claro —respondió—. Vi cómo, desde la arboleda, los soldados dispararon a los que protestaban.
—¿Estás seguro de eso?
—Por supuesto.
—Mira, muchacho. Te voy a quitar la venda de los ojos para que lo repitas de nuevo. A ver si la luz te aclara la memoria.
Cuando vio el uniforme y las insignias del militar que lo interrogaba, repitió:
—Vi cómo, quienes parecían soldados, dispararon desde la arboleda contra los que protestaban; pero deben haber sido alborotadores o guerrilleros disfrazados. Sí, sí, eso. Eran guerrilleros terroristas.
—¿Estás seguro?
—Sí. Definitivamente. Eran guerrilleros terroristas.
—¿Puedes jurarlo?
—Por mi santa madre, mi abuela y bisabuela juntas.
—Está bien. No se te olvide lo que acabas de decir y jurar, porque si mientes, te vas a encontrar al diablo.
El capitán lo desató y le indicó que saliera por la puerta trasera. En cuanto dejó la habitación, llamó a uno de sus hombres diciéndole:
—No confío en este desdichado; creo que puede hablar. Ya sabe qué hacer, sargento. Por si las dudas, mejor encárguese de él.
Gracias por la ayuda y la selección. Saludos
Pingüino
25 de August de 2022 / 14:37
25 de August de 2022 / 14:37
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