Porra de los patos
Estas son mis elegidas:
Primer lugar
Taller del día 14
Tallerista: Mónica Brasca
"Amor animal", de Walkiria
Con el primer moratón pedí explicaciones a la niñera. Ella no recordaba ninguna caída ni golpe fortuito. Con los siguientes hablé con Pablito, que simplemente dijo «jugando». Acudí al colegio donde nadie sabía de peleas ni accidentes. La semana que tuvo fiebre y se quedó en cama los cardenales se multiplicaron. La niñera me juró una y otra vez que jamás podría hacerle daño. He instalado cámaras de seguridad por la casa y, pese a todo, su piel está llena de heridas. Por ley, el único lugar sin vigilancia es el baño. Decido entonces acompañarlo siempre y bañarlo yo misma con bálsamos de cúrcuma y sal marina. Él, preocupado, me pregunta si también voy a jugar a comerle a besos, como los patitos de goma, esos cuyos picos de plástico brillan en un rojo intenso.
Segundo lugar:
Taller del día 16
Tallerista: José M. Nuévalos
"Impronta", de Noé
Tras el primer celo perdió aquel trotar de corza juguetona, se le hincharon los pezones como uvas maduras y empezó a caminar con una gravedad desconocida. Pronto volcó todo su afán en el deslucido patito de goma que apareció en el armario cuando Fran se emancipó. Lo apretaba contra su costado y lo trasladaba de un lugar a otro sosteniéndolo primorosa entre los dientes, los mismos dientes con que se revolvía si pensaba que alguien amenazaba al objeto de sus desvelos. Aunque el veterinario insistió en que debíamos hacerlo desaparecer, arrebatárselo nos partía el alma casi tanto como verla desplegar aquel esfuerzo inútil.
Ayer nos despertó una agitación inusitada. Gala avanzaba por el pasillo con aire de matrona. La seguía el patito sobre sus nuevos pies palmeados. Revoleaba una cola de aspecto perruno y lanzaba, desde su pico abierto, un alegre "Guau, guau".
Tercer lugar:
Taller del día 14
Tallerista: Mónica Brasca
"Hallazgo", de Marjorie
La ropita, la cuna, el cochecito, los juguetes... Todo salió de casa antes de que Irene volviera de la clínica, del estupor. También la bañera, que sustituí por un plato de ducha. Desde entonces nos convertimos en vagones empeñados en circular por un carril que ya no los admite. La cara del bebé, que aparecía de repente entre el tenedor y el cuchillo o dando vueltas en el tambor de la lavadora, denunciaba que, tras su silencio, Irene nunca olvidaría mi descuido. La idea del cachorro fue de la psicóloga. “Algo que cuidar”, dijo. Al principio Irene ni lo miraba, pero él, tozudo y cariñoso, la fue conquistando hasta dibujarle a veces un gesto parecido a su antigua sonrisa.
Tendíamos la ropa en la azotea y vimos a Tuno subir triunfante con el maldito pato de goma entre los dientes. De qué rincón pudo haberlo sacado no lo sé, porque yo había escudriñado hasta el último. El rostro del bebé, hinchado en la bañera, apareció de nuevo entre las sábanas húmedas. De una patada lancé a Tuno escaleras abajo. El gritó de Irene al verlo caer liberó todo el odio acumulado. Lo último que vi antes de marcharme para siempre fue el juguete, dos veces testigo de mi culpa, flotando en el charco de sangre que manaba de la boca del perro.
Menciones especiales:
Taller del día 2 de junio
Tallerista: José Luis Velarde
Banquete" de José Álvarez
Cuando el patito de goma conoció a Gepetto. Éste lo convirtió en un pato real, de carne y hueso. En forma de pago, por tal hazaña, el carpintero decidió salpimentarlo, bañarlo en aceite de olivo y luego introducirlo al horno.
Taller de día 7
Tallerista: Sapo
"Concurso de disfraces", de esleongo
Su mamá lo disfrazó de patito de hule y lo llevó al bus escolar. Los compañeros no dudaron en estrujarlo, primero uno, luego otro y otro, sin conseguir oír el "cuac cuac" esperado. En clase pasaba lo mismo, y en los recreos. Al final del día recibió premio por su disfraz de papaya magullada.
Primer lugar
Taller del día 14
Tallerista: Mónica Brasca
"Amor animal", de Walkiria
Con el primer moratón pedí explicaciones a la niñera. Ella no recordaba ninguna caída ni golpe fortuito. Con los siguientes hablé con Pablito, que simplemente dijo «jugando». Acudí al colegio donde nadie sabía de peleas ni accidentes. La semana que tuvo fiebre y se quedó en cama los cardenales se multiplicaron. La niñera me juró una y otra vez que jamás podría hacerle daño. He instalado cámaras de seguridad por la casa y, pese a todo, su piel está llena de heridas. Por ley, el único lugar sin vigilancia es el baño. Decido entonces acompañarlo siempre y bañarlo yo misma con bálsamos de cúrcuma y sal marina. Él, preocupado, me pregunta si también voy a jugar a comerle a besos, como los patitos de goma, esos cuyos picos de plástico brillan en un rojo intenso.
Segundo lugar:
Taller del día 16
Tallerista: José M. Nuévalos
"Impronta", de Noé
Tras el primer celo perdió aquel trotar de corza juguetona, se le hincharon los pezones como uvas maduras y empezó a caminar con una gravedad desconocida. Pronto volcó todo su afán en el deslucido patito de goma que apareció en el armario cuando Fran se emancipó. Lo apretaba contra su costado y lo trasladaba de un lugar a otro sosteniéndolo primorosa entre los dientes, los mismos dientes con que se revolvía si pensaba que alguien amenazaba al objeto de sus desvelos. Aunque el veterinario insistió en que debíamos hacerlo desaparecer, arrebatárselo nos partía el alma casi tanto como verla desplegar aquel esfuerzo inútil.
Ayer nos despertó una agitación inusitada. Gala avanzaba por el pasillo con aire de matrona. La seguía el patito sobre sus nuevos pies palmeados. Revoleaba una cola de aspecto perruno y lanzaba, desde su pico abierto, un alegre "Guau, guau".
Tercer lugar:
Taller del día 14
Tallerista: Mónica Brasca
"Hallazgo", de Marjorie
La ropita, la cuna, el cochecito, los juguetes... Todo salió de casa antes de que Irene volviera de la clínica, del estupor. También la bañera, que sustituí por un plato de ducha. Desde entonces nos convertimos en vagones empeñados en circular por un carril que ya no los admite. La cara del bebé, que aparecía de repente entre el tenedor y el cuchillo o dando vueltas en el tambor de la lavadora, denunciaba que, tras su silencio, Irene nunca olvidaría mi descuido. La idea del cachorro fue de la psicóloga. “Algo que cuidar”, dijo. Al principio Irene ni lo miraba, pero él, tozudo y cariñoso, la fue conquistando hasta dibujarle a veces un gesto parecido a su antigua sonrisa.
Tendíamos la ropa en la azotea y vimos a Tuno subir triunfante con el maldito pato de goma entre los dientes. De qué rincón pudo haberlo sacado no lo sé, porque yo había escudriñado hasta el último. El rostro del bebé, hinchado en la bañera, apareció de nuevo entre las sábanas húmedas. De una patada lancé a Tuno escaleras abajo. El gritó de Irene al verlo caer liberó todo el odio acumulado. Lo último que vi antes de marcharme para siempre fue el juguete, dos veces testigo de mi culpa, flotando en el charco de sangre que manaba de la boca del perro.
Menciones especiales:
Taller del día 2 de junio
Tallerista: José Luis Velarde
Banquete" de José Álvarez
Cuando el patito de goma conoció a Gepetto. Éste lo convirtió en un pato real, de carne y hueso. En forma de pago, por tal hazaña, el carpintero decidió salpimentarlo, bañarlo en aceite de olivo y luego introducirlo al horno.
Taller de día 7
Tallerista: Sapo
"Concurso de disfraces", de esleongo
Su mamá lo disfrazó de patito de hule y lo llevó al bus escolar. Los compañeros no dudaron en estrujarlo, primero uno, luego otro y otro, sin conseguir oír el "cuac cuac" esperado. En clase pasaba lo mismo, y en los recreos. Al final del día recibió premio por su disfraz de papaya magullada.
Malvadisco
27 de July de 2017 / 13:48
27 de July de 2017 / 13:48
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