El payaso llega a un cuarto de hotel, después de matar a su esposa, la mujer serpiente y a Hércules, cuando los encontró teniendo sexo, huyendo ante los gritos de los enanos. Se sienta frente al espejo a quitarse el maquillaje; de repente, nota que su imagen está inmutable: mueve una mano, alza la otra y nada. Intrigado, se queda quieto para ver qué pasa ; la imagen del humorista abre una gaveta, saca un revólver y se dispara en la sien. El cómico se levanta asustado por la explosión y, al verse tirado en el suelo interior del cristal, corre hacia el baño, se para frente al espejo y no ve su rostro; se sienta afligido y llora en el piso al recordar el asesinato. Luego corre y se sienta de nuevo frente al espejo del armario -esta vez sí se ve-, su imagen aparece normal. Aún perturbado, abre una gaveta -mientras su reflejo otra vez se ha quedado estático-, saca un revólver, se lo lleva a la sien, dispara y se derrumba. La imagen del payaso se levanta asustada por la explosión y desaparece del cristal.