San Goloteo
Cuando la banda criminal sufrió una fractura, se desató la guerra entre las dos facciones por la supremacía. Con frecuencia aparecían muertos por cuchillo o a balazos, ahorcados o cadáveres sin cabeza mientras los habitantes del pacífico pueblo atestiguábamos, atónitos, las matanzas. El párroco fue el el único que se armó de valor para convocarlos, en el atrio de la iglesia, a entablar un diálogo que, a pesar de haberse convertido en una balacera de los mil diablos, trajo una paz duradera —por no decir que eterna— para aquellos malandrines, porque, además de tenderles una emboscada, el cura, los acólitos, el sacristán y dos seminaristas también se armaron hasta los dientes con ametralladoras, lanzacohetes y bombas incendiarias. Ni en las fiestas del santo patrono habíamos visto tanta pirotécnia.
Pancho Sanza
07 de August de 2022 / 16:26
07 de August de 2022 / 16:26
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