La loca
Te trajeron aquí porque estas condenada. Constituyes cosas que incomodaban a otros, encorajina oírte afirmar que lo que dices no es mentira.
—Todo lo contrario, no miento, no me vendo, no tengo precio.
Pero sabemos que es imposible. Todo lo que proclamas es peligroso y subversivo. Escucharte trae mala fortuna, aquellos que lo hacen aparecen muertos o de plano se desvanecen en el aire como víctimas de un siniestro acto de magia.
Te atendemos, administramos medicamentos para hacer tú vida llevadera. Cuando te levantas del rincón, donde pasas desapercibida, mandamos a los enfermeros; ellos ayudan, te envuelven en cobijas, inyectan un soporífero y te sujetan a la cama. Ahí, calladita, quedas, confundida sí, pero sin dejar de ser la Verdad.