La Verdad accede y se presenta ante los hombres que habían clamado por ella. Hermosa, altiva, cabellera de suntuosos rizos, su divino cuerpo cubierto con un vestido de brocado y sus pies sobre tacones.
Los hombres la miran incrédulos:
-¿Qué clase de verdad es esta?
-¡Una verdad maquillada! -protesta uno que se acerca con indignación a tallarle el color de los labios.
-Esta no es la verdad que pedimos -y le desbaratan el peinado.
-Queremos la simple verdad.
-¡La verdad desnuda! -vocifera alguien entre el gentío.
Con rabia le arrancan el vestido de brocado, rasgan su delicada ropa interior y la bajan a empujones de sus zapatillas hasta dejarla tal como vino al mundo.
Los hombres la miran suspicaces:
-Y ahora, ¿qué clase de verdad es ésta?
-La que buscábamos: la verdad desnuda -se atreve un conciliador.
-Aunque, a decir verdad, así ya no se ve tan apetecible -dice por lo bajo un sincero.
La Verdad se avergüenza y se tapa como puede sus partes íntimas.
-Es verdad que la verdad no peca, pero incomoda -concluye el honesto.
El desencanto crece. Entre el gentío sobresale el grito de un radical:
-Momento. Es cierto que pedimos la verdad desnuda, pero no es suficiente. Queremos la cruda verdad, aunque duela.
Se hace el silencio. Los ojos de la muchedumbre se dirigen a la Verdad. Sus carnes desnudas empiezan a temblar.
Memo Riosa
18 de July de 2022 / 09:33
La pura verdad 18 de July de 2022 / 09:33
Memo Riosa
Taller (seleccionada) 19 de July de 2022 / 08:02
Elisa A.
 

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