Seguía al ejército. No era guerrero, sino un hombre paciente. Al no tener bandera y por su condición ínfima nadie le prestaba atención. Lejos del campo de batalla, sentado sobre la hierba marchita por las bestias y hombres que antes habían desfilado por ahí, observaba con un telescopio improvisado. Con la paciencia de quien sabe que recibirá su justa recompensa, esperaba a que la batalla terminara y luego, ya que el ejército vencedor se iba, se encaminaba hasta el lugar donde los muertos y moribundos quedaban. Sustraía de un burdo bolso pinzas y cuchillos y se dedicaba a robar los dientes de oro, anillos y relojes mientras cortaba dedos, manos y hacia que sus víctimas parecieran sonreírle de oreja a oreja a la muerte.
Black Dot
13 de July de 2017 / 02:18
Carroñero 13 de July de 2017 / 02:18
Black Dot
COMENTARIO: 16 de July de 2017 / 17:06
veracruzano
Comentario: 16 de July de 2017 / 17:14
veracruzano
 

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