Instante de eternidad
Papalotl
Al filo de la medianoche de aquel caluroso martes las ideas le daban vueltas en la cabeza. Estaba inquieto y preocupado: no era normal el zumbido producido por el aparato con el que pretendía probar su teoría para expandir el tiempo. De pronto, un resplandor zigzagueante, semejante a un relámpago, surgió entre los electrodos colocados en el techo y el piso. Instantes después, se transformó en un aro, dentro del cual el aire parecía bailar, como en un espejismo. La curiosidad lo empujó a atravesarlo, y al hacerlo, cesó el ruido, el círculo se disipó y sintió una tranquilidad inusual. Había sido suficiente por ese día. Desconectó los cables y antes de ir a la cama, encendió la radio.
—Buenos días, queridos y desvelados radioescuchas. Son las cero horas con un minuto. Sean bienvenidos a nuestro espacio radiofónico, un oasis fresco y maravilloso entre las dunas de la áspera temporalidad donde, con música, noticias y diversión, los acompañaremos durante los siguientes veinticuatro millones de horas de este venturoso márcoles veinticuatro y medio de mayo de 2022. Esperamos que disfruten con nosotros este esplendoroso día que apenas comienza.

Serendipia
Héctor
Al robot le implantaron un chip explorador del ADN, que contenía la información genética del subconsciente de un ser humano para que desarrollara reflejos e intuiciones, tal como lo hace un niño mientras crece. El equipo de estudiosos se sorprendió al ver que el androide presenciaba en su mente episodios propios de la evolución, como hombres neandertales en cacería, explosiones de meteoritos, extrañas mutaciones entre sus congéneres y los diversos entornos. Total, los científicos que lo monitorean desde hace años ?aunque el robot no haya cruzado la frontera hacia la consciencia?, están más que contentos grabando paso a paso los eventos de la evolución humana.
No ganaron el Nobel al que ambicionaban, pero calculan que la cesión de derechos de reproducción en streaming los compensará con creces.

Tridimensional
bebé
Bastó que dos astronautas se pelearan como gatos a bordo de la estación espacial para que el deporte adquiriera una nueva dimensión. Poco después proliferaban los "cubiláteros" alrededor de la Tierra, donde el reto era discernir si los luchadores se esforzaban por dominar a su oponente o a la ingravidez.