Hacía ya mucho que las alarmas habían dejado de sonar, pero, de vez en cuando, aún llegaban hasta él los ecos de los disparos. Urian gimió y se acurrucó todavía más debajo de la mesa de laboratorio cuando una nueva ráfaga tableteó en el piso de arriba.
Las manos, empapadas de sangre, no habían dejado de temblarle desde que todo había comenzado, desde que las fuerzas del gobierno habían decidido matarlos a todos por “un bien mayor”. Para que nada de lo que hacían allí saliera jamás a la luz. Las miró ahora, cerradas con fuerza sobre el tubo de ensayo roto que había condensado todos aquellos años de duro trabajo.
No sólo había sangre en sus manos, la había por todas partes, empapando su bata y el suelo. La mayoría no era suya, sino del soldado que había matado con el contenido de aquel tubo. Vida capaz de dar muerte. Todo condensado allí, ante él. El mayor descubrimiento en décadas. Vida de otro planeta. Rescatada de un asteroide y cultivada allí, en secreto. Vida capaz de exterminar a la humanidad. Él mismo no tardaría en morir.
La había liberado. Pronto llegaría el fin. El fin de todo.
Épsilon
07 de June de 2022 / 17:05
Una u otra 07 de June de 2022 / 17:05
Épsilon
Comentario 08 de June de 2022 / 08:10
Sara Coca
 

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