Estaba allí, quieta, venerable, arrinconada en la esquina que formaban el alero y la pared trasera del patio. Hubiera dicho que existía por el reflejo de las estrellas, de la luna que no había, por la refractación del destello del sol sobre la superficie de Júpiter o Plutón.
Levantó una pata y la acercó a su cara, con un gesto digno, regio, incontestable, y, entre la oscuridad que emanaba, juraría que vi sus ojos verdes mirándome, como jueces implacables que leen lo todavía no pensado.
Épsilon
19 de May de 2022 / 07:35
Escena 19 de May de 2022 / 07:35
Épsilon
Taller 19 de May de 2022 / 11:35
Eliana Soza
 

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