Tras el primer celo perdió aquel trotar de corza juguetona, se le hincharon los pezones como uvas maduras y empezó a caminar con una gravedad desconocida. Pronto volcó todo su afán en el deslucido patito de goma que apareció en el armario cuando Fran se emancipó. Lo apretaba contra su costado y lo trasladaba de un lugar a otro sosteniéndolo primorosa entre los dientes, los mismos dientes con que se revolvía si pensaba que alguien amenazaba al objeto de sus desvelos. Aunque el veterinario insistió en que debíamos hacerlo desaparecer, arrebatárselo nos partía el alma casi tanto como verla desplegar aquel esfuerzo inútil.

Ayer nos despertó una agitación inusitada. Gala avanzaba por el pasillo con aire de matrona. La seguía el patito sobre sus nuevos pies palmeados. Revoleaba una cola de aspecto perruno y lanzaba, desde su pico abierto, un alegre guau, guau.
Noé
17 de June de 2017 / 07:18
La fuerza del instinto 17 de June de 2017 / 07:18
Noé
De acuerdo Sr. Noé. Navega Vd. mejor con la meteorología. 17 de June de 2017 / 17:57
José M. Nuévalos
Taller 18 de June de 2017 / 11:20
José M. Nuévalos
 

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