Cuando Anton Kamirov tuvo en la mira de su rifle automático a quien venía al frente de la patrulla enemiga, titubeó. Pudo haberlo matado y, quizá, también a los demás, pues no se habían percatado de su presencia. Pero aquel hombre tenía un gran parecido con su hermano, que había desaparecido años atrás y ahí comprendió el mensaje. Arrojó el arma, levantó los brazos en alto y se rindió sin ofrecer resistencia. Más bien pidió perdón a sus captores y un favor muy especial.

Desde un teléfono le habló a su madre y envió un mensaje a su presidente. En pocas horas se volvió viral. Cientos, miles, y más tarde, millones de personas lo replicaban dentro y fuera de Rusia. Se organizaron manifestaciones y protestas nunca antes vistas y en una semana, el gobierno se tambaleaba en medio de profundas divisiones y agrias disputas, dando fin a la guerra antes de que se convirtiera en una revolución interna.

Nadie sabe del poder que tienen sus palabras hasta que son dichas en el lugar y momento pertinentes —reflexiono Kamirov poco después— y aunque este es un cuento que soñé esta noche, bien podría convertirse en historia si llega al Anton indicado en el momento preciso.
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04 de March de 2022 / 01:00
La guerra y la paz (El soldado que acabó con la guerra) ...No concursa 04 de March de 2022 / 01:00
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