La fugaz existencia de un tal Phillip Morris, de Phileas Fogg

Un fuego abrasador que emanaba de sus entrañas lo consumía. Ardía en deseos por llegar a esos labios voluptuosos y sensuales de rojo carmesí. Cuando estaba a punto de lograrlo, una sorpresiva llamada telefónica bastó para que ella saliera de prisa de la habitación y que, al regresar, lo encontrara exánime, reducido a una colilla, pavesas y una columna de humo moribunda sobre el cenicero.

La revancha, de Carabela

Él le metía ideas en la cabeza. La convenció de que su pareja le era infiel. Ella se imaginaba a su novio revolcándose con otras y burlándose de su dolor. “Por eso no te devuelve las llamadas ni responde a tus mensajes”, le dijo él con una falsa sonrisa de compasión. Era alto como una torre, poseía unos llamativos ojos verdes y tenía tipo de neardental. “Si de algo te puedo servir para vengarte...” le susurró al oído con voz seductora. Ella no dudó en entregarse al monstruo de los celos.

Primigenio, de b.

En el principio era un mundo lleno de oportunidades. Tantas y tan variadas que no quedaba espacio para nada. Ni siquiera para hacer planes, mucho menos para materializarlos.