El campeón era imbatible. Cada puñetazo del adversario exacerbaba su agresividad y lo hacía más peligroso. El retador lo sabía y se dedicó a bailotear a su alrededor y a esquivar sus golpes. Confiaba en evitar su ira y fomentar su frustración e inseguridad. Poco después, un golpe certero en la mandíbula lo mandó a la lona y mordidas y patadas, al hospital. En tanto se recupera, el aspirante al título deberá esperar otra oportunidad y buscar otra estrategia más física que sicológica.
Simbad
07 de January de 2022 / 16:54
Inteligencia emocional 07 de January de 2022 / 16:54
Simbad
Comentario 08 de January de 2022 / 23:17
Julia Ortega
 

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