Ayer llamo el amor de mi vida. —¿Hola es usted fulano de tal?, dijo.
—Si soy yo —contesté— ¿en que la puedo ayudar?
—Ofrezco mis servicios como novia a un precio módico.
“hasta donde hemos llegado con la modernidad, un servicio de prostitutas por teléfono es lo único que nos faltaba”, pensé.
—¿Es usted prostituta, es ilegal esto? —le pregunte incómodo.
—No, soy el amor de su vida, pero todo tiene un precio querido —contesto ella.
Yo; una persona sin nadie que me quiera, sin haber disfrutado jamás de las palabras que se dicen los enamorados, que nunca ha entrelazado mis manos a las de otra persona, un inocente , dudé un momento.
—última oportunidad, el amor como llega se marcha —dijo ella.
—Apunta mi vida —dije y le di mi número de tarjeta de crédito.
Hoy espero paciente a que suene el teléfono. Quiero escuchar al amor de mi vida.