Vine a esta colonia porque me dijeron que de aquí era mi padre. Esperaba un autobús cuando pasó un fulano en un taxi Volkswagen y le pedí que me llevara. En el camino me preguntó para que había hecho el viaje. Le conté
—Mi madre me pidió que viniera aquí. Cóbrale todas las cuotas de manutención que nos debe —me pidió ella.
Al llegar a lo alto de la cima enfrente de unas torres de cemento, pintadas de colores diferentes, el conductor dijo mientras señalaba—De esta punta hasta la otra por allá es Ciudad Satélite.
No pude ver nada, el smog era demasiado y apenas se divisaban unas estructuras que estaban frente a nosotros.
—Hasta aquí llego —dijo el taxista.
Le di las gracias, me apeé del auto y él desapareció entre la nata gris de la contaminación. Desde entonces penó por estas calles tratando de encontrar a un tal Juan Perez.