—Puto –grita la chica que se suelta a llorar y se azota contra el asiento.
La gente en el autobús finge no escucharla.
—Mil veces hijo de puta —vocifera la joven y patea el asiento.
Los pasajeros se incomodan, pero nadie dice algo que la conmine a guardar silencio.
—Cabrón malparido — se desgañita la muchacha y su llanto es escandaloso.
Algunos voltean disimuladamente a verla —¿estará drogada? —, se preguntan.
—Maldito hijo de perra — aúlla de dolor la mujer y se encoge repetidamente de hombros.
El autobús se queda sin pasajeros y ella sigue sentada en una de las butacas del fondo. El conductor se acerca tratar de consolarla.
—Señorita, no sufra el amor es así, Es usted bonita, ya encontrará alguien que la quiera mucho —dice el hombre, que también le explica que han llegado a la terminal.
—Hijo de mil putas —contesta ella— disculpe que le que conteste así. ¡Puta madre!, es el Tourette.