El anciano subió al autobús y le preguntó al conductor cuánto tiempo faltaba para llegar a la rotonda de Colón.
—Con este tráfico, como una hora —respondió.
—Bien. ¿Puede avisarme cuando lleguemos, por favor?
—Con gusto, señor.
El viejo se fue tambaleando hasta la parte trasera y se sentó mientras el chofer continuaba la marcha entre un mar de autos y camiones. Varias horas más tarde, poco antes del final de su turno, llegó a la terminal y fue a dejar el vehículo al encierro. Entonces recordó que había olvidado avisarle al hombre que dormía plácidamente en el último asiento. Consternado, desanduvo el camino y cuando llegaron al sitio, lo despertó.
—Buen hombre, ya llegamos —le dijo tocándole el hombro.
Confundido y adormilado aún, respondió:
—Eh, ¿quiénes? Ah, sí, ¿pues a dónde se habían ido?
—No, hombre. Que ya llegamos a la rotonda de Colón.
—Ah, gracias. Hora de tomar mi medicina. ¿Sabe?, es que perdí mi reloj. Si no es mucha molestia, ¿puede decirme cuando lleguemos a la terminal? Vivo a dos cuadras de ahí.
Pseudónimo
11 de October de 2021 / 04:12
Servicial 11 de October de 2021 / 04:12
Pseudónimo
Seleccionada con dudas 15 de October de 2021 / 05:23
Tomás del Rey
 

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