Cuando alguno de aquellos niños deformes reclamaba, entre balbuceos, su derecho a gobernar, le colocaban la corona real en la cabeza. El peso del oro con los diamantes, zafiros, granates les resquebrajaba los cráneos endebles y abollados, producto del choque entre sangres iguales: la de la madre reina y la de su tío, el rey.
el aguila descalza
28 de April de 2017 / 11:15
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