Mientras Alberto subía con dificultad hasta lo alto de la azotea de la casa para reparar una gotera, su esposa Beatriz, hecha un manojo de nervios, miraba hacia arriba pidiendo a Dios que escuchara sus ruegos y todo saliera bien. Después de tres Padrenuestros, añadió: “Señor, hágase tu voluntad, pero que parezca un accidente, te lo suplico”. Luego, empujó la escalera.
Pitágoras
02 de August de 2021 / 01:54
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Carmen Simón
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