Joana miraba el horizonte del desierto a su frente. Su cuerpo estaba encapsulado por una vestimenta de un tipo espacial. No podía sentir los detalles de su cuerpo: su peso, el movimiento de tobillo mientras caminaba. Sólo percibía su respiración limitada y posibilitada gracias a los tubos de oxígeno.
No estaba segura de dónde estaba. Todo lo que sabía era que estaba en algún desierto en Venus, buscando los diamantes escondidos por los lagartos, habitantes inhóspitos de este árido planeta.
Una luz brilla en el horizonte, atrayéndola de una manera casi hipnótica.
Al llegar, en su ronda solitaria, al objeto resplandeciente, descubre un cuerpo con un gran diamante debajo de su pecho.
Está exasperada. Siente su corazón latir más rápido. Un revuelto en su estómago le da ansia. Hace una hiperventilación y sienta en el suelo al recoger el gran diamante.
Se levanta y choca con algo sólido. Vuelve unos pasos y percibe una pared en sus espaldas. No ve lo que detiene su movimiento. Está amurallada en el desierto de Venus por paredes invisibles.
A su alrededor, los lagartos gigantes parecen reírse y burlarse de su condición de prisionera.
Joana entra en pánico...
Parpadea y se ve en su cama con un libro de Lovecraft en la mano. Bebe un sorbo de agua de manera ávida y piensa:
"Sólo un libro puede transportarnos a esta zona anímica entre el sueño y la realidad."