La tirada
El mazo de cartas descansa indolente en un desmadejado abanico sobre el mantel de terciopelo azul. Volutas de humo se esparcen por la habitación llenando el aire de un delicado aroma a bergamota. Cálidas llamas danzan en los pabilos de las velas iluminando la cara seria de la Tarotista.
Entrada en años, muchos… Exótica, como es de esperarse en estos casos.
Toma el mazo y lo barajea con soltura, sus manos bien cuidadas no denotan vejez sino elegancia. El sonido de las cartas, al intercalarse, le recuerda al kardex que solía usar su padre buscando la tarjeta indicada en la vieja oficina contable, pasajes de su niñez llegan y se van de manera vertiginosa.
Se concentra en el consultante sentado frente a ella al otro lado de la mesa. Las dos miradas se encuentran: lozana y brillante la una, profunda y sabia la otra. Expectantes las dos.
Le presenta el mazo y le pide que corte en tres. El consultante alarga la mano y se avergüenza ante el notorio temblor de su pulso.
Una tirada general, pide el consultante, intentando ocultar su inexperiencia. Él quiere saber sobre su futuro… como todos.
Comienza la Tirada: ella saca del mazo sólo tres cartas, una al lado de la otra, las mira y su quijada se tensa, instintivamente toma la copa de anís que tiene a su derecha y le da un sorbo lento. Sigue tirando…
Otras tres cartas colocadas cada una debajo de su antecesora. Un suspiro largo rompe el silencio ya incómodo entre los dos.
Elige las palabras que dirá con mucho cuidado.
Su dedo índice toca la primera carta como si la acariciara…
“LA LUNA”: misterio, un velo de duda, miedo. Le sigue “EL SACERDOTE” que indica la búsqueda de consejo sabio, luego “EL CARRO”: rapidez, movimiento, tomar acción. El consultante abre la boca como queriendo decir algo pero se mantiene en silencio y la insta a seguir con un ademán.
Aquí tenemos al “TRES DE OROS”… pobreza, enfermedad, dice esta palabra con énfasis mirándolo fijamente, le sigue “LA TORRE”; los ojos del consultante se agrandan al mirar la carta en la que se dibuja una torre en llamas alcanzada por un rayo, hombres que caen aterrorizados al vacío, destrucción. Sólo se necesitan tres dedos de frente para sospechar que aquello no puede ser sino un mal augurio. Ella sigue leyendo las cartas, desea ser una "REINA DE COPAS", maternal, amorosa para aquel hombre joven que asustado a todas luces no despega la mirada de las cartas sobre la mesa. “LA FUERZA”, el arcano número VIII: resistencia, calma ante la adversidad, autocontrol.
Toma otro sorbo de anís y cogiendo el mazo lo barajea de nuevo. Saca tres cartas, esta vez del fondo del mazo y las acomoda con cuidado debajo de las anteriores en el orden en que van saliendo… Una sonrisa se dibuja en su rostro, “EL MAGO” aparece con toda su sabiduría y poder, no en vano es el Arcano número l, el que todo lo puede, reforzado por la carta que le sigue, el valiente “CABALLERO DE ESPADAS” que se muestra listo para la lucha con decisión inquebrantable… llega entonces “EL SOL” esparciendo sus rayos de luz y armonía, presagiando éxito y felicidad….
Una última carta… “TRES DE COPAS”, tiempo de festejar y compartir.
La verdad yo lo que quería era saber si había un amor en puerta, no esperaba esto, dice el consultante mientras se levanta de la silla. Iré enseguida al médico.
Entrada en años, muchos… Exótica, como es de esperarse en estos casos.
Toma el mazo y lo barajea con soltura, sus manos bien cuidadas no denotan vejez sino elegancia. El sonido de las cartas, al intercalarse, le recuerda al kardex que solía usar su padre buscando la tarjeta indicada en la vieja oficina contable, pasajes de su niñez llegan y se van de manera vertiginosa.
Se concentra en el consultante sentado frente a ella al otro lado de la mesa. Las dos miradas se encuentran: lozana y brillante la una, profunda y sabia la otra. Expectantes las dos.
Le presenta el mazo y le pide que corte en tres. El consultante alarga la mano y se avergüenza ante el notorio temblor de su pulso.
Una tirada general, pide el consultante, intentando ocultar su inexperiencia. Él quiere saber sobre su futuro… como todos.
Comienza la Tirada: ella saca del mazo sólo tres cartas, una al lado de la otra, las mira y su quijada se tensa, instintivamente toma la copa de anís que tiene a su derecha y le da un sorbo lento. Sigue tirando…
Otras tres cartas colocadas cada una debajo de su antecesora. Un suspiro largo rompe el silencio ya incómodo entre los dos.
Elige las palabras que dirá con mucho cuidado.
Su dedo índice toca la primera carta como si la acariciara…
“LA LUNA”: misterio, un velo de duda, miedo. Le sigue “EL SACERDOTE” que indica la búsqueda de consejo sabio, luego “EL CARRO”: rapidez, movimiento, tomar acción. El consultante abre la boca como queriendo decir algo pero se mantiene en silencio y la insta a seguir con un ademán.
Aquí tenemos al “TRES DE OROS”… pobreza, enfermedad, dice esta palabra con énfasis mirándolo fijamente, le sigue “LA TORRE”; los ojos del consultante se agrandan al mirar la carta en la que se dibuja una torre en llamas alcanzada por un rayo, hombres que caen aterrorizados al vacío, destrucción. Sólo se necesitan tres dedos de frente para sospechar que aquello no puede ser sino un mal augurio. Ella sigue leyendo las cartas, desea ser una "REINA DE COPAS", maternal, amorosa para aquel hombre joven que asustado a todas luces no despega la mirada de las cartas sobre la mesa. “LA FUERZA”, el arcano número VIII: resistencia, calma ante la adversidad, autocontrol.
Toma otro sorbo de anís y cogiendo el mazo lo barajea de nuevo. Saca tres cartas, esta vez del fondo del mazo y las acomoda con cuidado debajo de las anteriores en el orden en que van saliendo… Una sonrisa se dibuja en su rostro, “EL MAGO” aparece con toda su sabiduría y poder, no en vano es el Arcano número l, el que todo lo puede, reforzado por la carta que le sigue, el valiente “CABALLERO DE ESPADAS” que se muestra listo para la lucha con decisión inquebrantable… llega entonces “EL SOL” esparciendo sus rayos de luz y armonía, presagiando éxito y felicidad….
Una última carta… “TRES DE COPAS”, tiempo de festejar y compartir.
La verdad yo lo que quería era saber si había un amor en puerta, no esperaba esto, dice el consultante mientras se levanta de la silla. Iré enseguida al médico.
Berthalicia
20 de June de 2021 / 21:12
20 de June de 2021 / 21:12
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