El ingeniero acudió a la planta armadora de automóviles, donde un robot de ensamble tenía problemas. Tras revisarlo minuciosamente, emitió su diagnóstico en una nota que entregó al responsable de mantenimiento donde, además, detallaba los pasos que debían seguirse para erradicar el virus que lo había infectado.

El supervisor leyó el papel y lo miró fijamente a los ojos mientras le preguntaba:
–¿Está usted seguro de ser un ingeniero y no un médico?
–Claro, ¿por qué lo pregunta? –respondió.
–Porque su letra es idéntica a los garabatos que me recetó el médico ayer.