Durante el sepelio de mi padre estábamos consternados. Mi madre no cesaba de llorar mientras recordaba que Manuel tenía sus ojos; Roberto, la nariz y Julián, sus orejas. Luis había heredado sus labios y yo, el mentón. Era lamentable ver al viejo tan desfigurado, hasta que a alguien se le ocurrió cerrar el féretro.
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18 de May de 2021 / 19:33
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Elisa A.
 

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