Hermanos de origen, la sangre les pertenecía pero no el destino al que estarían sujetos por una potencia infinita, que nada comprendía de infancia y de la experiencia humana. En cama se les narraron dos historias, a uno le gustó más la del narcisista y megalómano,cuya empresa fundamental era ganarse la vida a costa de sí mismo para lograr aquella honrosa libertad financiera;luego, el otro se inclinó más por alabar las causas sociales, seducirse por demagogias y caer presa en el rebaño de algún partido demócrata. Ambos caminaban por las mismas calles, miraban a las mismas gentes pero portaban cada quien su anécdota: interpretar un papel incomprensible que jamás les satisfizo.