VEREDICTO DEL MES DE MARZO 2021 · LA VISIÓN POÉTICA
Leí microficciones muy buenas y el encuentro con los textos de calidad siempre es de celebrar. Más allá de que algunas no cumplieran -a mi entender- con la consigna propuesta, todas tienen la capacidad de con-mover en el sentido sinestésico de la palabra, para movernos de nuestro común lugar e invitarnos a mirar de otra manera.
Fue un disfrute leer la excelente producción del mes. Hice una lectura entusiasta y expectante. Hice relecturas a corazón abierto para captar las señales de la poesía entramadas en la narración. Me encantó analizar los textos seleccionados y hacer las pequeñas devoluciones que van a continuación.
SANDRA BIANCHI
PRIMER LUGAR, COMPARTIDO ENTRE LAFITTE Y PINGÜINO
Me interesa destacar cómo se hace lugar lo poético en una escena de quietud y en otra de sutil movimiento y cómo funciona la espera en ambos textos.
En "Puntos de encuentro" lo poético se cuela en la ausencia del otro y en la añoranza de lo que fue, de lo que todavía no fue o de lo que nunca será. El punto de encuentro es la espera que sostienen ella y él.
En "El séptimo arte" podemos ver cómo el ojo de una cámara ( y de la narración) demora con recursos sensoriales la caída de una pluma. Esta pluma dibuja, baila y se transforma durante su vuelo desde la cima al ras del suelo, realizando poéticamente ese trayecto.
La espera en los dos textos es muy visual. Ambos me parecen exquisitos y me arrancaron un suspiro de emoción estética al llegar al punto final.
“PUNTOS DE ENCUENTRO”
Laffite (tallerista: Laura Elisa Vizcaíno)
Ella esperaba en el andén de la estación el regreso de quien había partido. Él aguardaba con ansia sobre el puente entre el recuerdo del ayer y la esperanza de un mañana.
“EL SÉPTIMO ARTE”
Pingüino (tallerista: Carmen Simón)
Desde lo alto del campanario la pluma cae. Flota con gracia meciéndose en el aire. Entre remolinos y arabescos, ligera y gentil, describe los contornos de la antigua catedral. El ojo detrás de una cámara la sigue desde lejos. Despreocupada, en el camino decanta versos y sonetos, estrofas y crónicas llevada de la mano de un imaginario Homero, de Cervantes y Moliere, de Shakespeare, de Paz y de Cortázar. Sin darse cuenta, el vaivén la transforma en el pincel que colorea el atardecer y los árboles y flores que pinta a su paso. Por momentos, la lente se aproxima hasta la intimidad y la hace parecer suspendida de la nada. Con lentitud, la cercanía torna en distancia mientras el aire se inunda de notas. Convertida en la batuta ondulante, acompasada, de un director etéreo, marca el ritmo de la sinfonía del universo que gravita alrededor. Vivaldi, Bach, Beethoven y Strauss palidecerían ante tal despliegue armónico. Antes de llegar al suelo, baila en los brazos del viento como el cisne de un lago oculto en la floresta y al posarse, majestuosa, sobre la hierba, semeja a un ángel caído del cielo. Es la revelación del origen divino de la escultura y de las otras artes; es poesía en movimiento, envuelta en la magia sorprendente del cine.
SEGUNDO LUGAR, MURATA CON DOS DE SUS TEXTOS
En ambos textos hay un irse a otra dimensión temporal y espacial. Lo poético se filtra en ese desplazamiento del amor concretado en un caso y como recuerdo en el otro. Para hablar del vínculo amoroso utiliza recursos sensoriales que le otorgan un clima de ensoñación al relato, principalmente las alusiones a la música como generadoras de clima y el beso tatuado.
“JAZZ”
Murata (tallerista: Jorge Oropeza)
La tarde declinaba en mil colores aquel día de verano. Frente a nosotros apareció el pequeño bar aledaño a Bourbon Street. Una mesa cercana al piano era lo indicado para escuchar y platicar. Charlamos sobre lo que suelen hablar quienes están interesados uno en el otro, en espera de que empezara la música. Más tarde, mientras el vino alegraba nuestros corazones y los dedos maravillosos del pianista flotaban sobre el teclado, nuestra imaginación volaba tan lejos como nuestras anclas terrenales lo permitían. Entonces surgió esa interpretación mágica de Summertime. Se rompieron las amarras y fuimos más allá de lo conocido. Aun cuando ya es otoño, no hemos hallado la manera de encontrar el camino de regreso. Tampoco es lo que más nos interesa.
“LA PERSISTENCIA DE MI MEMORIA”
Murata (tallerista: Elisa Armas)
El silbido anunciaba que el tren partía. Las ruedas empezaban a moverse y no quedaba tiempo. Tuve que elegir entre besarte o tomar una fotografía de despedida. Preferí quedarme con el beso, que llevaré como tatuaje hasta que muera. Es mucho más que una imagen que se diluiría sin remedio con los años.
TERCER LUGAR, COMPARTIDO ENTRE SIMBAD Y PAPALOTL
Lo poético se hilvana en estas narraciones con la identidad y el sentido de pertenencia. En "Arábiga" el paso del tiempo y los cambios vitales encuentran un refugio en el placer de tomar café, en los paisajes con historia propia que le devuelve el aroma rico e intenso que aspira el narrador.
En el caso de "Flashmob", se condensa en esa lágrima de poética emoción toda una historia de desarraigo que aflora entre los contrastes, entre la multitud de plaza y la soledad del mexicano que observa, entre la viva alegría de la escena y la tristeza del protagonista.
“ARÁBIGA”
Simbad (tallerista: Daniel Frini)
Levanta la taza y aspira el aroma intenso y rico en matices. Cierra los ojos. El paisaje montañoso, los cafetos, con sus racimos de frutos rojos, el clima templado y húmedo se revelan, como pequeños sorbos, en su mente. Suspira. Los años han pasado, la vida es distinta, a veces compleja; no obstante, el placer de disfrutar del sabor de un buen café de altura sigue siendo el mismo. Será de las pocas cosas que extrañe cuando muera.
“FLASHMOB”
Papalotl (tallerista: Dolores “Tequila” Díaz A.)
Como cualquier día soleado, la concurrencia habitual viste la plaza en alguna ciudad de Europa. Los paseantes caminan despreocupados entre las palomas que apenas se apartan. Algunos se sientan en las bancas y observan alrededor, bajo la mirada atenta de las torres de una iglesia.
Un hombre con extraña indumentaria se para al centro y de su trompeta solitaria brotan notas al aire. Varias cejas se arquean, sus dueños escudriñan para descubrir de dónde proviene ese sonido que presagia algo inusual. Los guitarrones emergen de los portales, violines y guitarras surgen de entre la gente por las cuatro esquinas. Algunos, entre la muchedumbre que ya se congrega, se miran, entre confundidos y halagados, por esa explosión tan viva de música y alegría. Más trompetas se unen y, para ese momento, los inconfundibles trajes negros con adornos plateados y sombrero de ala ancha delatan a los mariachis. Los niños bailan, hombres y mujeres sonríen, toman fotografías; otros asoman de los balcones, muchos aplauden. Mientras tanto, más de un mexicano entre la multitud derrama una lágrima de emoción y de nostalgia.
MENCIÓN PARA PSEUDÓNIMO
Una narración dinámica que nos trae ecos de las gotas cortazarianas, pura invención que poetiza una trayectoria imposible y con un final muy sugerente que cambia el tono que se venía sosteniendo en el relato.
“UNA GOTA AVENTURERA”
Pseudónimo (tallerista: Marcial Fernández)
Cae del cielo y llega al tejado. Se desliza a un mundo que pretende conocer. Encuentra nuevas amistades y un transatlántico de papel mientras fluye por el arroyo. Bordea la acera y da vuelta a la derecha en la esquina para bajar por la pendiente. Toma impulso, se acelera, choca contra las piedras y brinca victoriosa. El navío naufraga y le dice adiós en el trayecto; no puede detenerse, arrolla a otras a su paso y se apresura hasta alcanzar el puente. Descubre un atajo al río que transcurre a sus pies. Atrevida, salta y se zambulle en la corriente. Juega carreras en los rápidos, serpentea por sus meandros, disfruta el viaje. Mañana conocerá el mar, a las ballenas y verá barcos de verdad. Días, semanas o meses después iniciará, de nueva cuenta, otra aventura; quizás en hombros de una ola, que la lleve a convertirse en espuma sobre la playa.
Fue un disfrute leer la excelente producción del mes. Hice una lectura entusiasta y expectante. Hice relecturas a corazón abierto para captar las señales de la poesía entramadas en la narración. Me encantó analizar los textos seleccionados y hacer las pequeñas devoluciones que van a continuación.
SANDRA BIANCHI
PRIMER LUGAR, COMPARTIDO ENTRE LAFITTE Y PINGÜINO
Me interesa destacar cómo se hace lugar lo poético en una escena de quietud y en otra de sutil movimiento y cómo funciona la espera en ambos textos.
En "Puntos de encuentro" lo poético se cuela en la ausencia del otro y en la añoranza de lo que fue, de lo que todavía no fue o de lo que nunca será. El punto de encuentro es la espera que sostienen ella y él.
En "El séptimo arte" podemos ver cómo el ojo de una cámara ( y de la narración) demora con recursos sensoriales la caída de una pluma. Esta pluma dibuja, baila y se transforma durante su vuelo desde la cima al ras del suelo, realizando poéticamente ese trayecto.
La espera en los dos textos es muy visual. Ambos me parecen exquisitos y me arrancaron un suspiro de emoción estética al llegar al punto final.
“PUNTOS DE ENCUENTRO”
Laffite (tallerista: Laura Elisa Vizcaíno)
Ella esperaba en el andén de la estación el regreso de quien había partido. Él aguardaba con ansia sobre el puente entre el recuerdo del ayer y la esperanza de un mañana.
“EL SÉPTIMO ARTE”
Pingüino (tallerista: Carmen Simón)
Desde lo alto del campanario la pluma cae. Flota con gracia meciéndose en el aire. Entre remolinos y arabescos, ligera y gentil, describe los contornos de la antigua catedral. El ojo detrás de una cámara la sigue desde lejos. Despreocupada, en el camino decanta versos y sonetos, estrofas y crónicas llevada de la mano de un imaginario Homero, de Cervantes y Moliere, de Shakespeare, de Paz y de Cortázar. Sin darse cuenta, el vaivén la transforma en el pincel que colorea el atardecer y los árboles y flores que pinta a su paso. Por momentos, la lente se aproxima hasta la intimidad y la hace parecer suspendida de la nada. Con lentitud, la cercanía torna en distancia mientras el aire se inunda de notas. Convertida en la batuta ondulante, acompasada, de un director etéreo, marca el ritmo de la sinfonía del universo que gravita alrededor. Vivaldi, Bach, Beethoven y Strauss palidecerían ante tal despliegue armónico. Antes de llegar al suelo, baila en los brazos del viento como el cisne de un lago oculto en la floresta y al posarse, majestuosa, sobre la hierba, semeja a un ángel caído del cielo. Es la revelación del origen divino de la escultura y de las otras artes; es poesía en movimiento, envuelta en la magia sorprendente del cine.
SEGUNDO LUGAR, MURATA CON DOS DE SUS TEXTOS
En ambos textos hay un irse a otra dimensión temporal y espacial. Lo poético se filtra en ese desplazamiento del amor concretado en un caso y como recuerdo en el otro. Para hablar del vínculo amoroso utiliza recursos sensoriales que le otorgan un clima de ensoñación al relato, principalmente las alusiones a la música como generadoras de clima y el beso tatuado.
“JAZZ”
Murata (tallerista: Jorge Oropeza)
La tarde declinaba en mil colores aquel día de verano. Frente a nosotros apareció el pequeño bar aledaño a Bourbon Street. Una mesa cercana al piano era lo indicado para escuchar y platicar. Charlamos sobre lo que suelen hablar quienes están interesados uno en el otro, en espera de que empezara la música. Más tarde, mientras el vino alegraba nuestros corazones y los dedos maravillosos del pianista flotaban sobre el teclado, nuestra imaginación volaba tan lejos como nuestras anclas terrenales lo permitían. Entonces surgió esa interpretación mágica de Summertime. Se rompieron las amarras y fuimos más allá de lo conocido. Aun cuando ya es otoño, no hemos hallado la manera de encontrar el camino de regreso. Tampoco es lo que más nos interesa.
“LA PERSISTENCIA DE MI MEMORIA”
Murata (tallerista: Elisa Armas)
El silbido anunciaba que el tren partía. Las ruedas empezaban a moverse y no quedaba tiempo. Tuve que elegir entre besarte o tomar una fotografía de despedida. Preferí quedarme con el beso, que llevaré como tatuaje hasta que muera. Es mucho más que una imagen que se diluiría sin remedio con los años.
TERCER LUGAR, COMPARTIDO ENTRE SIMBAD Y PAPALOTL
Lo poético se hilvana en estas narraciones con la identidad y el sentido de pertenencia. En "Arábiga" el paso del tiempo y los cambios vitales encuentran un refugio en el placer de tomar café, en los paisajes con historia propia que le devuelve el aroma rico e intenso que aspira el narrador.
En el caso de "Flashmob", se condensa en esa lágrima de poética emoción toda una historia de desarraigo que aflora entre los contrastes, entre la multitud de plaza y la soledad del mexicano que observa, entre la viva alegría de la escena y la tristeza del protagonista.
“ARÁBIGA”
Simbad (tallerista: Daniel Frini)
Levanta la taza y aspira el aroma intenso y rico en matices. Cierra los ojos. El paisaje montañoso, los cafetos, con sus racimos de frutos rojos, el clima templado y húmedo se revelan, como pequeños sorbos, en su mente. Suspira. Los años han pasado, la vida es distinta, a veces compleja; no obstante, el placer de disfrutar del sabor de un buen café de altura sigue siendo el mismo. Será de las pocas cosas que extrañe cuando muera.
“FLASHMOB”
Papalotl (tallerista: Dolores “Tequila” Díaz A.)
Como cualquier día soleado, la concurrencia habitual viste la plaza en alguna ciudad de Europa. Los paseantes caminan despreocupados entre las palomas que apenas se apartan. Algunos se sientan en las bancas y observan alrededor, bajo la mirada atenta de las torres de una iglesia.
Un hombre con extraña indumentaria se para al centro y de su trompeta solitaria brotan notas al aire. Varias cejas se arquean, sus dueños escudriñan para descubrir de dónde proviene ese sonido que presagia algo inusual. Los guitarrones emergen de los portales, violines y guitarras surgen de entre la gente por las cuatro esquinas. Algunos, entre la muchedumbre que ya se congrega, se miran, entre confundidos y halagados, por esa explosión tan viva de música y alegría. Más trompetas se unen y, para ese momento, los inconfundibles trajes negros con adornos plateados y sombrero de ala ancha delatan a los mariachis. Los niños bailan, hombres y mujeres sonríen, toman fotografías; otros asoman de los balcones, muchos aplauden. Mientras tanto, más de un mexicano entre la multitud derrama una lágrima de emoción y de nostalgia.
MENCIÓN PARA PSEUDÓNIMO
Una narración dinámica que nos trae ecos de las gotas cortazarianas, pura invención que poetiza una trayectoria imposible y con un final muy sugerente que cambia el tono que se venía sosteniendo en el relato.
“UNA GOTA AVENTURERA”
Pseudónimo (tallerista: Marcial Fernández)
Cae del cielo y llega al tejado. Se desliza a un mundo que pretende conocer. Encuentra nuevas amistades y un transatlántico de papel mientras fluye por el arroyo. Bordea la acera y da vuelta a la derecha en la esquina para bajar por la pendiente. Toma impulso, se acelera, choca contra las piedras y brinca victoriosa. El navío naufraga y le dice adiós en el trayecto; no puede detenerse, arrolla a otras a su paso y se apresura hasta alcanzar el puente. Descubre un atajo al río que transcurre a sus pies. Atrevida, salta y se zambulle en la corriente. Juega carreras en los rápidos, serpentea por sus meandros, disfruta el viaje. Mañana conocerá el mar, a las ballenas y verá barcos de verdad. Días, semanas o meses después iniciará, de nueva cuenta, otra aventura; quizás en hombros de una ola, que la lleve a convertirse en espuma sobre la playa.
Coordinación de La Marina 2020
10 de May de 2021 / 03:57
10 de May de 2021 / 03:57
Para poder escribir en la Marina, tienes que registrarte como usuario o ingresa.