Me fascina el crujido de un cuello al quebrarse.

Apenas tuve edad, tomé clases de lucha para aprender la llave china. Practiqué hasta el cansancio, rompiendo los cuellos de indigentes, ebrios, callejeras y drogadictos. Mi trabajo como agente de ventas me permitía ir a diferentes puntos de la ciudad, del estado y elegir posibles víctimas. Nunca le di importancia al estrato social, edad, nivel educativo, sexo y esas cosas. Los cuellos eran mi interés; mi reto personal. Fui un depredador paciente y, por eso, la policía jamás dio conmigo.

Ahora que he envejecido, mis manos no son las mismas. Por eso he decidido escribirlo todo. Recordar es volver a vivir, aseguran.

Mi agradecimiento primero será a la abuela Paz, que sin ella yo no sería lo que soy. Con ocho años cumplidos le metí el pie (accidentalmente), y cayó por las escaleras, rompiéndose el cuello.

¡Uf! Ese crash en cada tumbo suyo me marcó.


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Jane Doe
09 de April de 2021 / 18:41
Traspié 09 de April de 2021 / 18:41
Jane Doe
Taller 11 de April de 2021 / 10:25
Lucía
 

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