Sabíamos que había un polizón que robaba nuestra comida y se organizó la búsqueda en el buque. Con el correr de los días, más de una docena de marinos fueron desapareciendo sin otra explicación que la existencia del bribón, convertido en asesino, a bordo. Con la tripulación diezmada, resultó lógico que, antes de llegar a puerto, yo consiguiera salir de la pocilga con literas donde dormía y tomara posesión del camarote del capitán. ¡Era tan amplio y cómodo! Nadie llegó a sospechar que el intruso fue el primero en visitar a Neptuno cuando arrojé su cadáver por la popa. Brindo a su salud. A nadie más que a él le debo mi meteórica carrera.
Pepe Le Pew
01 de April de 2021 / 14:24
¡Salud!, capitán 01 de April de 2021 / 14:24
Pepe Le Pew
Taller selección 12 de April de 2021 / 07:49
Carmen Simón
 

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