Las imágenes mostradas durante el juicio me eran familiares. Los rostros de las víctimas de una serie de desapariciones misteriosas de las que me acusaban, correspondían con las fotografías del anuario de aquella infame escuela donde sufrí el acoso de mis compañeros. En realidad eran meras conjeturas del fiscal y no había prueba que me incriminara. Desde que logré reunirlos uno a uno en el bosquecillo cercano, era imposible que volvieran a molestar o a delatarme. Tenía su palabra. Un metro de tierra lo garantizaba.
Simbad
01 de April de 2021 / 13:06
Certeza 01 de April de 2021 / 13:06
Simbad
Taller 12 de April de 2021 / 07:54
Carmen Simón
 

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