De pronto el cielo se encendió como una antorcha en el horizonte y la tierra se cimbró. Todos los colores del arcoíris destellaron por un instante hasta oscurecer al sol, mientras una gran nube ascendía desde el suelo para expandirse en las alturas. Tan hermoso como aterrador era presenciar el espectáculo de lo que parecía ser el nacimiento de un volcán. No podía creer lo que estaba ante mis ojos. Lloré, y lo último que sentí fue un profundo escalofrío cuando comprendí. Sé que jamás volveré a experimentar algo igual. La guerra nuclear había comenzado.