A LA PORRA
Amenazas callejeras
Pingüino
Conversaba con mi novia cuando me preguntó:
—¿A dónde vas ahora? —Al cajero automá… —Un fuerte golpe interrumpió mi respuesta. Caí al suelo, sangraba por la nariz.
No era la primera vez que uno de esos infelices se cruzaba en mi camino y me agredía. Alguien debería poner orden, enseñarles a respetar y a comportarse con civilidad. Enviar mensajes de texto mientras camino por la calle se ha vuelto peligroso con tantos árboles sueltos por ahí.
Remordimiento
bebé
El culpable fue Santa Claus. Durante años, ese desdichado anciano, barrigón y tacaño, me mantuvo en ascuas al pie del árbol, esperando un regalo que jamás llegó. Cuando finalmente me encontré con el viejo, lo até del cuello a la rama más alta, para que supiera lo que se siente estar colgado de una ilusión. Desde entonces me atemorizan los árboles. Veo en cada uno, aquello de lo que es capaz un sueño transformado en frustración.
A ras del suelo
Pingüino
Con su carga a cuestas, caminaba con dificultad sobre terreno agreste cuando sobrevino un terremoto. La tierra se rasgó, un montículo empezó a elevarse sobre el suelo y, de pronto, escuchó una violenta explosión. Atemorizada, apenas tuvo tiempo para correr y ponerse a salvo. Detrás de unas rocas, sus pequeñas antenas se agitaban, mientras sus ojos veían a una tímida hoja sostenida por un tallo, que se abría paso y volteaba con esperanza en dirección al sol. Desde entonces la hormiga vive con miedo de presenciar el parto de un árbol.
Pingüino
Conversaba con mi novia cuando me preguntó:
—¿A dónde vas ahora? —Al cajero automá… —Un fuerte golpe interrumpió mi respuesta. Caí al suelo, sangraba por la nariz.
No era la primera vez que uno de esos infelices se cruzaba en mi camino y me agredía. Alguien debería poner orden, enseñarles a respetar y a comportarse con civilidad. Enviar mensajes de texto mientras camino por la calle se ha vuelto peligroso con tantos árboles sueltos por ahí.
Remordimiento
bebé
El culpable fue Santa Claus. Durante años, ese desdichado anciano, barrigón y tacaño, me mantuvo en ascuas al pie del árbol, esperando un regalo que jamás llegó. Cuando finalmente me encontré con el viejo, lo até del cuello a la rama más alta, para que supiera lo que se siente estar colgado de una ilusión. Desde entonces me atemorizan los árboles. Veo en cada uno, aquello de lo que es capaz un sueño transformado en frustración.
A ras del suelo
Pingüino
Con su carga a cuestas, caminaba con dificultad sobre terreno agreste cuando sobrevino un terremoto. La tierra se rasgó, un montículo empezó a elevarse sobre el suelo y, de pronto, escuchó una violenta explosión. Atemorizada, apenas tuvo tiempo para correr y ponerse a salvo. Detrás de unas rocas, sus pequeñas antenas se agitaban, mientras sus ojos veían a una tímida hoja sostenida por un tallo, que se abría paso y volteaba con esperanza en dirección al sol. Desde entonces la hormiga vive con miedo de presenciar el parto de un árbol.
Per Dona!
17 de March de 2021 / 10:57
17 de March de 2021 / 10:57
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