El aire tibio acaricia su cara, le lleva el aroma de la hierba y el olor de su presa. El felino mantiene la mirada fija, las orejas atentas y los músculos tensos detrás de un matorral que se confunde con sus manchas. La tensión crece, el momento llega y salta, como impulsado por un resorte. Acelera, corre detrás de su objetivo que huye en pánico, intentado evitar que lo alcance. El impala cambia de dirección varias veces, seguido de cerca por el guepardo que acorta la distancia hasta alcanzarlo. Minutos más tarde, mientras una familia está de luto, otra se da un festín. Buitres y hienas se encargarán de lavar los platos, barrer, trapear y dejar listo el escenario para la siguiente función. Nadie vio nada. Los testigos, si los hubo, se desbandan y la vida sigue igual. No existen fiscales ni acusados; menos aún jueces o prisiones. No hay rencores ni rencillas, tampoco venganzas. Así es la vida en este barrio de la naturaleza.
Lafitte
15 de March de 2021 / 02:51
Serengueti 15 de March de 2021 / 02:51
Lafitte
Taller 16 de March de 2021 / 14:46
Mónica Brasca
 

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