Me gustan las noches y las madrugadas con niebla. Me gusta dibujar en ese vaho frío, blanquecino unas veces; otras rosado: copas de árboles, flores dormidas, perros y gatos que juegan y no pelean. Alguna pareja de enamorados perdida; el esqueleto de una camioneta vieja. Una casa, un edificio; montañas sinuosas, ríos desbordados, labios que se encuentran en un beso frío. Al clarear el día, la niebla sube o baja y se pierde en la tierra, humedeciéndola. Queda en hojas, pétalos, en forma de rocío. El sol la conmina a dormir. Yo también me retiro y vuelvo a mi tumba.