Azotas la puerta del coche —llegas tarde— y cruzas la calle corriendo, un ficus carica te corta el paso en la banqueta lo esquivas para llegar a la puerta con el número 88 y te pegas al timbre. Sopla el aire y las ramas del árbol truenan sobre tu cabeza, levantas la vista; tiemblas, se te hace un vacío en el estómago. Nadie lo ha notado pero le queda poco tiempo de vida y tú, puedes salvarlo pero en la vía pública es un delito. Suena la chicharra, se abre la puerta y la empujas con la espalda sin dejar de ver a la banqueta.
El miércoles siguiente llegas 10 minutos antes de tu cita. Frente a la puerta, te levantas discretamente el suéter y de la cintura —donde cargas el celular— sacas unas tijeras, dos, tres, cuatro tajos nada más y pegas el dedo al timbre.
Durante el invierno, cada semana, desenvainas tu aguzado instrumento para podar el enredo de ramas cóncavas y convexas que asfixian al enorme árbol, hasta que en marzo brota el primer higo de la temporada; lograste desenredar la maraña, pegas el dedo al timbre, suena la chicharra y entras al consultorio por tu alta médica.
Aplacate
21 de February de 2021 / 05:56
Miércoles 21 de February de 2021 / 05:56
Aplacate
Taller 27 de February de 2021 / 10:29
Carmen Simón
Miércoles 27 de February de 2021 / 21:45
Aplacate
 

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