No puedo moverme de la cama. Otra vez la misma pesadilla. Un árbol se cierne sobre mí y me absorbe la vida a través de mi aliento. Al abrir los ojos, apenas amanece, sudoroso y agitado, trató de reponer fuerzas con un baño y un café antes de dirigirme al trabajo. De camino a la oficina, a lo largo de la avenida, encuentro una fila de ellos a ambos lados de la calle. Para darme valor, me recuerdo a mí mismo que la humanidad ha acabado con cientos de hectáreas de los de su especie. Pongo música para distraer los nervios, mientras espero que avance la presa de carros. Sé que algo anda muy mal cada vez que los veo tan pequeños, delgados, tan artificiales como si fueran un espejismo. Lo comprobé esta noche: al apuñalar a uno de ellos: el cuchillo ha salido limpio, sin manchas de savia. Rota la simulación, despierto envuelto en raíces. No hay ruido de cláxones, smog, tráfico, ni ciudades, ni un clima tórrido. En cambio, hay miles de ellos. Pero ya no les temo. La lucha comienza para liberar a mis hermanos que han sido esclavizados para producir anhídrido carbónico con que generar la fotosíntesis.
Celecanto
21 de February de 2021 / 05:53
Energía 21 de February de 2021 / 05:53
Celecanto
Taller 27 de February de 2021 / 10:32
Carmen Simón
 

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