Durante la noche, los árboles del cementerio le daban miedo; no lo dejaban descansar en paz. Sus ramas se fraccionaban en reflejos esqueléticos y con la punta de los muñones tocaban sobre el granito como si quisieran entrar. En cambio, en el día, recogían las faldas de su sombra para obligarlo a buscar protección del sol bajo aquel árbol de mármol que lo aterrorizaba aún más al hacerle saber que yacía bajo una cruz.
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15 de February de 2021 / 00:17
Terrores diurnos 14 de February de 2021 / 23:59
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Por favor, ver esta versión 15 de February de 2021 / 00:17
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Taller 16 de February de 2021 / 07:55
Mónica Brasca
 

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