Envío selecciones del día 17 del mes de Enero
Pesquisas
–Si no hay pista de la víctima ni del asesino, me parece que se trata de un crimen perfecto. Será un caso complicado, Sherlock.
–No lo creo, Watson.
–Tampoco hay un arma ni móvil a la vista. Aún menos una escena del crimen.
–No veo que sea un problema. Por el contrario, eso aclara las cosas.
–¿En qué te basas?
–En lo que Baudrillard afirma que dijo Eric Gans. Que la víctima y el asesino son la misma persona.
–Vaya, un suicidio. No había pensado en eso. Sin embargo, debería haber un cadáver, ¿no crees?
–Nunca mencioné tal posibilidad. Se trata de un desafortunado accidente, producto de la curiosidad o de la ceguera. Tal vez de la ilusión de encontrar la verdad.
–No entiendo.
–En algún momento –bastante antiguo e impreciso, por cierto– la realidad, al tratar de entender el misterio de la existencia y de mirarse a sí misma en el espejo de la vida se precipitó al vacío, hacia la nada, y cayó en los dominios de la incertidumbre. Ahí jamás se encontrará algo concreto; solo dudas y conjeturas. A lo mucho, huellas indescifrables de un crimen que nunca existió.
Pseudónimo
La mujer perfecta
Además de su voz, había varios aspectos de ella que le agradaban: su disposición para complacerlo, el dominio de varias lenguas y sus amplios conocimientos. Las únicas cosas que detestaba eran su rigidez y, sobre todo, el nombre. Hubiera preferido que se llame Robotina y no Alexa, a quien podría tener, más nunca poseer.
Sérpico
En la mirada
En la arena gris, donde las olas llegan convertidas en espuma, yace muerta una gaviota. El plumaje comienza a desprenderse y sus patas enjutas parece que quisieran unirse para alzar una oración al dios de las aves. La recojo y siento su humedad en mis manos. Un asco tímido me invade, la sensación de haber muerto, de que mi cuerpo, como el de un pájaro, se mece con el dulce contoneo de la marea. Entonces observo los ojos de la gaviota, grises y nublados, trato de verme en ellos, pero como en los míos, la realidad también ha mutado.
Black Dot
Nota Roja
La realidad fue asesinada. En vez de buscar al culpable, analizar las causas y pronosticar las consecuencias, las investigaciones se centran en determinar si murió atropellada, por herida de bala o acaso por envenenamiento. Por desgracia, la gente cada vez está más interesada en la forma que en el fondo. Triste realidad.
Calle 4
–Si no hay pista de la víctima ni del asesino, me parece que se trata de un crimen perfecto. Será un caso complicado, Sherlock.
–No lo creo, Watson.
–Tampoco hay un arma ni móvil a la vista. Aún menos una escena del crimen.
–No veo que sea un problema. Por el contrario, eso aclara las cosas.
–¿En qué te basas?
–En lo que Baudrillard afirma que dijo Eric Gans. Que la víctima y el asesino son la misma persona.
–Vaya, un suicidio. No había pensado en eso. Sin embargo, debería haber un cadáver, ¿no crees?
–Nunca mencioné tal posibilidad. Se trata de un desafortunado accidente, producto de la curiosidad o de la ceguera. Tal vez de la ilusión de encontrar la verdad.
–No entiendo.
–En algún momento –bastante antiguo e impreciso, por cierto– la realidad, al tratar de entender el misterio de la existencia y de mirarse a sí misma en el espejo de la vida se precipitó al vacío, hacia la nada, y cayó en los dominios de la incertidumbre. Ahí jamás se encontrará algo concreto; solo dudas y conjeturas. A lo mucho, huellas indescifrables de un crimen que nunca existió.
Pseudónimo
La mujer perfecta
Además de su voz, había varios aspectos de ella que le agradaban: su disposición para complacerlo, el dominio de varias lenguas y sus amplios conocimientos. Las únicas cosas que detestaba eran su rigidez y, sobre todo, el nombre. Hubiera preferido que se llame Robotina y no Alexa, a quien podría tener, más nunca poseer.
Sérpico
En la mirada
En la arena gris, donde las olas llegan convertidas en espuma, yace muerta una gaviota. El plumaje comienza a desprenderse y sus patas enjutas parece que quisieran unirse para alzar una oración al dios de las aves. La recojo y siento su humedad en mis manos. Un asco tímido me invade, la sensación de haber muerto, de que mi cuerpo, como el de un pájaro, se mece con el dulce contoneo de la marea. Entonces observo los ojos de la gaviota, grises y nublados, trato de verme en ellos, pero como en los míos, la realidad también ha mutado.
Black Dot
Nota Roja
La realidad fue asesinada. En vez de buscar al culpable, analizar las causas y pronosticar las consecuencias, las investigaciones se centran en determinar si murió atropellada, por herida de bala o acaso por envenenamiento. Por desgracia, la gente cada vez está más interesada en la forma que en el fondo. Triste realidad.
Calle 4
carlos martín briceño
06 de February de 2021 / 13:44
06 de February de 2021 / 13:44
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