La mujer le pidió el divorcio. Era momento de salir de esa casa donde nunca pudieron vivir solos, o como ella decía: “compartir sus soledades a solas”. Ya estaba cansada de tener que compartir a su marido día y noche, incluso en la cama. El hombre al escuchar su solicitud, la miró con ojos de tristeza, pero al escuchar el sonido de una nueva notificación en su celular, bajó la mirada para ver de qué se trataba. La mujer, que se dio cuenta que nada podía cambiar salió de la casa azotando la puerta.