Supervivientes
Estaba perdido. Dispuesta a devorarme, la pantera avanzaba decidida hacia mí sin quitarme los ojos de fuego de encima mientras sus dientes brillaban en la penumbra. Me armé de valor para hacerle frente, listo para enfrascarnos en un duelo a muerte cuerpo a cuerpo. Al sentir su aliento sobre mi cara, así sus brazos y la tomé por sorpresa. Se defendió, y yo también mientras dábamos volteretas. Entre altibajos –unas veces arriba, otras debajo– , de pie, sentados o de costado transcurrió la noche en medio de amagos, abrazos, mordiscos, apretones, zarpazos, palpitaciones, jadeos y gemidos hasta quedar sin aliento.
El alba nos resucitó. Tomamos un baño, salimos a la calle a buscar un café para despertar, llegamos a un acuerdo para el viernes y nos despedimos. Iniciaba una jornada más en la feroz lucha por sobrevivir a la indiferencia, la soledad y el tedio en la jungla de asfalto, que sería un infierno sin estos vivificantes encuentros nocturnos.
El alba nos resucitó. Tomamos un baño, salimos a la calle a buscar un café para despertar, llegamos a un acuerdo para el viernes y nos despedimos. Iniciaba una jornada más en la feroz lucha por sobrevivir a la indiferencia, la soledad y el tedio en la jungla de asfalto, que sería un infierno sin estos vivificantes encuentros nocturnos.
bebé
20 de December de 2020 / 17:10
20 de December de 2020 / 17:10
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