Lucha libre
Ahí estábamos, él y yo otra vez, mirándonos fijamente a los ojos para otro enfrentamiento electrizante, como los anteriores. De un salto audaz y sorpresivo lo tumbé y cayó de espaldas. Me fui sobre él y le propiné lo que se merecía hasta dejarlo sin aire y casi sin sentido. En una hábil maniobra, dio la vuelta y me inmovilizó para después hacerme lo mismo. Con la vista nublada, alcancé a ver su cabeza sobre mi pecho mientras sus manos intentaban desnudarme. No se lo permití. Iba contra las reglas. Era preciso que, en su arrebato, recordara que unos minutos más de escarceos, antes del contacto cuerpo a cuerpo siempre daban como resultado un encuentro más intenso y apasionado cuando, desnudos, terminaba por entregarme toda yo a él y él a mí. En tanto el duelo se tornaba excitante y agitado, la acción nos llevó hasta alturas insospechadas. Fue entonces cuando, después de la tercera caída, decidimos que era más seguro continuar en el piso.
Marta Hari
20 de December de 2020 / 05:52
20 de December de 2020 / 05:52
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