El largo padecimiento me obligó a solicitar una consulta con la afamada doctora, considerada milagrosa por sus terapias poco convencionales. Era mi última esperanza. Al llegar, la sala de espera estaba abarrotada. Su asistente nos informó que había sufrido un retraso y pronto llegaría. Minutos después, una cautivadora mujer cubierta por una suerte de toga azul, surgió al sonar la campanilla del ascensor y abrirse las puertas. Mientras caminaba contorneándose entre nosotros para abrirse paso, un provocador aroma frutal empezó a flotar en el aire, como ella lo hacía sobre los zapatos altos de los que surgían unas piernas excelsas envueltas en medias de seda. Al avanzar, al ritmo de la música que empezó a escucharse, aquella silueta incitante saludaba con una sonrisa, un abrazo y un beso a cada quien y le entregaba una prenda. Cuando llegó a la puerta del consultorio después de aquel épico acto, levantó los brazos en señal de victoria y, mientras aplaudíamos a rabiar, nos regaló una inolvidable panorámica de sus curvas y atributos sin nada encima antes de desaparecer. Todos los que hasta poco antes sufríamos de aquella lacerante disfunción, agachamos la cabeza, y sonrientes, nos empezamos a retirar, satisfechos por el inusual tratamiento y orgullosos de la recién adquirida, o recuperada, prominencia que algunos, más recatados, procuraban disimular al llegar a la calle.
Lafitte
19 de December de 2020 / 05:24
Pronto alivio 19 de December de 2020 / 05:24
Lafitte
Taller (seleccionada) 19 de December de 2020 / 18:34
Elisa A.
 

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