Se acerca a ella en silencio mientras duerme. Moja un dedo con saliva y emprende la ruta por su brazo. A mitad del camino, sonríe sin abrir los ojos. La engaña; es la punta de su lengua la que ahora continúa hasta el hombro para conquistar el cuello. Su piel reacciona; lo sabe y se eriza levemente; lo percibe; es el aroma del deseo. Acaricia el pelo, se acurruca. Salta a la oreja y la atrapa entre los labios; la saborea. Se encoge, suspira y lo atrae. Acude a la cita; ella voltea y lo besa, abre los brazos y le pide ir juntos más allá de donde han llegado. Accede con gusto y desciende por sus pechos con la boca, desde el norte, hasta el ecuador y hacia el sur, con las manos, con sus ojos, con todos los sentidos y su ser, en todas direcciones y en contrasentido, por las caderas y muslos, por el vientre. Se buscan, para encontrarse justo a la mitad, en el centro de sus universos y le das la bienvenida. El siente su hospitalidad húmeda y tibia, ella el calor que la invade con ese cosquilleo y la grata sensación de tener visita en casa; gime. La senda es larga y gratificante, tan placentera como el destino. Alternan el ritmo, van al paso, sin prisa ni atajos, en cadencioso vaivén o al galope; disfrutan cada momento, lo exprimen hasta la última gota. Pronto se derretirán en un crisol, uno en otro, para encontrarse lado a lado al amanecer, más allá de donde terminan los sueños.
Pseudónimo
18 de December de 2020 / 19:58
Seducción 18 de December de 2020 / 19:58
Pseudónimo
Taller 19 de December de 2020 / 13:10
Elisa A.
 

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