El deseo y la pasión corrieron la misma suerte que los gratos momentos y cabriolas con Ulises: quedaron enterrados cuando murió. Resucitaron de forma milagrosa cuando Ernesto apareció en escena y sintió el placer de estar en los brazos de ese cuerpo atlético. En tanto su virilidad y energía resultaban inspiradores, el contacto y el roce de manos y cuerpos, excitantes. Sus encuentros en diversos escenarios avivaron el deseo e hicieron renacer la pasión dormida. Cada noche era inolvidable cuando, sudorosos y exhaustos tras el último acto, descansaban lado a lado antes de despedirse con un abrazo y un beso. Meses después, al cabo de varios exámenes, recibió la noticia que cambiaría su vida. Se anunciaba su debut como prima ballerina de la compañía.
Simbad
17 de December de 2020 / 04:25
Pasión, muerte y resurrección 17 de December de 2020 / 04:25
Simbad
Comentario I (taller) 19 de December de 2020 / 05:29
José M. Nuévalos
 

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