Los ojos de Cristóbal vislumbraron a través del catalejo un territorio vasto y virgen, accesible y listo para ser conquistado por un hombre como él, aventurero y emprendedor, dispuesto al riesgo y al sacrificio por un futuro prometedor. Descendió del barco al bote que lo llevó hasta la orilla, caminó unos pasos hasta plantarse en tierra, avanzó un poco más, y tras hincarse, la besó.

Sorprendida, la chica tendida al sol en la playa solo acertó a cubrirse y dirigirle una mirada de desprecio y desaprobación que, ante las disculpas caballerosas por el atrevimiento y sus obsequios, pronto se tornó en una sonrisa tímida. —Soy América —le dijo —, ¿y tú?

Más tarde, luego de aperitivos y entremeses bajo un palmar, paladearon y conocieron de manjares, carnes, frutos y dulces postres desconocidos, placeres mundanos que jamás habían probado, en un prolongado festín que, entre romance, amoríos, divorcios y reconciliaciones, es historia más que conocida.
Isishayo
16 de December de 2020 / 21:52
En el nuevo mundo 16 de December de 2020 / 21:52
Isishayo
Comentario I (taller) 18 de December de 2020 / 20:26
José M. Nuévalos
 

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