Nunca estuvo en sus planes encontrarla. Tampoco entablar una amistad. No hubiera querido interesarse por ella y conocerla mejor, menos en creer que llegaría a haber algo entre ellos. No habría propiciado esas charlas más allá de la medianoche, ni sospecharía de la puerta abierta, paso franco a la seducción, hasta enamorarse. No habría pensado en el poder de un beso y menos aun en terminar en un abrazo que encendió la mecha. No planeó desearla así y encontrarse cuerpo a cuerpo, desnudos, entregándose uno a otro sin límites o condiciones, sin dudas ni prejuicios; tampoco imaginó el fuego y el sudor, el intercambio de placeres y la plenitud en tantas noches y mañanas; ni siquiera en ser feliz sin habérselo propuesto, desprovisto de brújula y de mapa, sin ruta previa. No lo pensó ni quiso hacerlo más, ya no hubo análisis o conjeturas; renunció al futuro para vivir en presente. No más planes, propósitos y sueños. Deseó, quiso y amó cuanto pudo hasta el cansancio, tiempo y circunstancias que jamás cruzaron por su mente.
Pepe Le Pew
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Mónica Brasca
 

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