Su pulso se volvía taquicardia cuando ella entraba a la habitación por las noches. Al verla desvestirse sin pudor frente a sus ojos dilatados, contemplaba absorto su belleza y sensualidad por todos los ángulos y rincones, gracias al espejo en la pared. Venía lo mejor. Sentir su cercanía al compartir la bañera, inmersos en la tibieza del agua y las burbujas, era lo más excitante. Y si había música, como el Bolero de Ravel, pieza su favorita, la experiencia se tornaba inolvidable. Disfrutaba de navegar por sus contornos y del roce con esa piel de ensueño, de la exploración de sus secretos y de hacer travesuras entre sus piernas o en sus pechos, en tanto ella, en otro nivel y en pleno disfrute del momento, se relajaba. Mientras duró, fue fantástico para él. Todo terminó cuando los niños crecieron y la madre, dueña de ese soberbio cuerpo que tanto admiraba, tiro al patito de hule a la basura.
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13 de December de 2020 / 23:44
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Laura Elisa Vizcaíno
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Ok 24 de December de 2020 / 23:14
Laura Elisa Vizcaíno
 

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