Su pulso se transformaba en taquicardia cuando, al hacerse la luz, ella entraba a su cuarto por las noches. Contemplaba absorto su belleza y sensualidad por todos los ángulos y rincones al verla desvestirse sin pudor frente a sus ojos dilatados, gracias al espejo en la pared. Venía lo mejor. Sentir su cercanía al compartir la bañera, inmersos en la tibieza del agua y las burbujas, era lo más excitante; y si había música, como el Bolero de Ravel, su pieza favorita, la experiencia se tornaba inolvidable. Disfrutaba del roce con su piel tersa y de zambullirse para hacer travesuras entre sus piernas o en su pecho, en tanto ella, en otro nivel y en pleno disfrute del momento, se relajaba. Mientras duró, fue fantástico para él. Todo terminó cuando los niños crecieron y la dueña de ese cuerpo excitante que tanto admiraba, tiro al patito de hule a la basura.
bebé
12 de December de 2020 / 01:34
El espectador 11 de December de 2020 / 05:36
bebé
El espectador (considerar esta versión, por favor) 12 de December de 2020 / 01:34
bebé
Me resulta un poco confusa 13 de December de 2020 / 08:30
Tomás del Rey
 

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