El día que vimos The outlaw
Un día de verano jugamos en mi casa hasta que decidimos colocar una película en la videograbadora. Era un extraño western que descubrí entre las cosas de mi hermano mayor. A Jessica y a mí no nos gustaban las películas de vaqueros, pero aquella en particular nos atrapó; además, no había otra cosa mejor qué hacer. Mientras las primeras escenas de la historia transcurrieron los terrenos de la amistad y de la niñez comenzaron a difuminarse. Nos acercamos, mis ojos exploraron en plano-secuencia el paisaje que las yemas de mis dedos explorarían con cautela, como caballos descubriendo un nuevo pastizal. Ella, sin dejar de mirar al televisor, sintió de pronto la estampida de aquellos potros salvajes que, desbocados, galopaban instintivamente en círculos. La película terminó y los caballos se esfumaron. Ella se puso de pie y se fue a su casa sin siquiera voltear. Días después, sin tocar el tema, pusimos de nuevo la cinta y conforme la historia avanzaba me ayudó a domesticar a los equinos.
Erick Zapién
08 de December de 2020 / 21:06
08 de December de 2020 / 21:06
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