Desde la celda, donde está preso, Nadie oye los huesos de algunos de sus compañeros crujir. Son sus amigos los que ahora son devorados con macabro gusto. Cada vertebra, cada falange, cada hueso emite el ruido de ramas secas al romperse bajo la presión de la mordida. El olor del guisado le despierta el apetito y se avergüenza de tener hambre en esa situación. El ciclope, hijo de Poseidón, no lo sabe, piensa que el dolor que siente en el estómago es la ira porque sus prisioneros se han escapado, pero en realidad es la falta de costumbre de consumir carne humana.
Black Dot
05 de March de 2017 / 02:44
Hambre 05 de March de 2017 / 02:44
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